El movimiento del IPN

JUEVES, 02 DE OCTUBRE DE 2014
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYÁN ■ DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA ■ PUBLICACIÓN PARA PUEBLA Y TLAXCALA


IPN

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02/10/2014 04:00
Publicado por Israel León O’Farrill

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Marcha multitudinaria / CNN.com

Hace unos días un diario reportó en un su portal de internet una clasificación de las universidades latinoamericanas de acuerdo con un portal denominado QS Top Universities, worldwide university rankings, guides and events. Por supuesto, como era de esperarse, va del uno al 100, de la mejor a la peor. Para esta entrega no me interesa presentar la clasificación, el estudio o la encuesta siquiera en la que se sustentó semejante lista que se presta por completo al morbo y al escarnio sin siquiera saber o comprender el estudio realizado; lo que me interesa es entender dónde nos encontramos en la educación universitaria. No hace mucho, durante la crisis vivida por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, escuché opiniones diversas sobre la institución y sus procedimientos; más o menos, la mayoría giraba en torno a la carencia de examen de admisión, a su sui generis forma de evaluar y a que, en general, se le daba oportunidad a una serie de personas que no “merecían” estar en esa institución, tanto estudiantes como maestros, sea por su origen o su atormentada existencia. En resumidas cuentas, la crítica iba en función de que esa universidad no juega con las reglas de la “meritocracia” y por tanto, se encuentra al margen de todo orden establecido. En aquel momento, una rectora perdió su puesto desplazada por su propia cerrazón; esperemos que hoy no cueste otra cabeza sin solución real del conflicto.

En el reciente trance que vive el Instituto Politécnico Nacional subyacen muchas cosas, como lo han hecho en otros conflictos anteriores –como el relatado de la UACM, el del 132– y evidencian tendencias como la que comentamos al principio de esta columna: la necesidad de aparecer en un buen lugar en las clasificaciones (rankings) de empresas cuya metodología, cuando aparece, suele ser muy cuestionable. De hecho, poco o nada sabemos de cómo consiguen los datos que consignan y mucho menos, qué intereses positivos o negativos se encuentran detrás de las encuestas. Vale decir en este punto, que muchas personas consideran que el hecho de que una estadística diga algo, es un hecho consumado, pues los números no “mienten”. También la necesidad casi enfermiza que tienen algunas instituciones privadas y públicas por aparecer en los mejores lugares para poder justificar lo que sea. Al final lo más importante, la educación, termina siendo lo de menos.

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No al plan de estudios / almomento.mx

Para Emile Durkheim, en su libro Educación como Socialización las cosas son bien claras: “…la educación no es para la sociedad más que el medio por el cual logrará crear en el corazón de las jóvenes generaciones las condiciones esenciales para la propia existencia. Veremos más adelante cómo el propio individuo tiene interés en someterse a estas exigencias. Podemos llegar entonces a la siguiente fórmula: la educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que no están todavía maduras para la vida social; tiene como objetivo suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que requieren en él tanto la sociedad política en su conjunto como el ambiente particular al que está destinado de manera específica”. En esencia, como se ve, se trata de reproducir el modelo social al que pertenece el educando, sea niño o joven universitario, y que ese individuo pueda insertarse de manera coherente en el espacio que le ha tocado vivir. No obstante, vale preguntarse si es que la educación que se ofrece en todos los niveles del sistema educativo en nuestro país responde a los intereses de la sociedad mexicana, si está hecha para perpetuarla. A raíz del conflicto politécnico y de lo que sucede con la fiebre por rankings y el desarrollo inmenso de la “meritocracia” –engendradora funesta de docentes colectores de papeles y puntitos para obtener mayor remuneración–, nos percatamos que el problema de la educación no es que la sociedad haya olvidado su papel preponderante dentro de la definición de aquello que quiere conservar de ese conocimiento esencial, no; el inconveniente radica en que unos cuantos personajes determinan, desde cúpulas absurdas, en México o fuera del país, los contenidos de la educación que han de servir de transmisores ya no del conocimiento de lo social, sino de aquello que servirá para generar individuos –que no colectividades– más productivos. En efecto, que a las comunidades se las lleve patas de cabra mientras la subsistencia de los capitales se garantice y el pensamiento imperante permanezca.

“Todo el pasado de la humanidad ha contribuido a crear este conjunto de máximas que encuadran a la educación de hoy –continúa Durkheim–; toda nuestra historia ha dejado huellas en él, comprendida la historia de los pueblos que nos han precedido”. No obstante, pareciera que la educación ha olvidado su pasado y su imbricación con la sociedad a quien indefectiblemente se debe. ¿A quién le importa si tal o cual organismo internacional decide que el Politécnico, la UNAM o cualquier otra universidad pública debe atenerse a políticas económicas que nada tienen que ver con su función educativa y de producción de conocimiento? Me queda claro que a los politécnicos no. Es menester entender que el problema de la educación, no se resolverá en “media hora”; creerlo no sólo es ingenuo sino pernicioso. Esperemos que al final, quien gane sea la sociedad, el Politécnico y los estudiantes.

© Sierra Nevada Comunicaciones S.A. de C.V. 2013
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de israelleon

Caminando entre Tumbas

Jueves , octubre 2 2014

Celuloide

Caminando entre tumbas

Israel León O’Farrill

Hoy ocupa el espacio de esta columna la cinta Caminando entre tumbas (2014) de Scott Frank, guionista de películas como Minority Report (2002), El Vuelo del Fénix (2004), La Intérprete (2005) –que cuenta con la excelente dupla Nicole Kidman – Sean Penn-, el medio churro Wolverine, Inmortal (2013) y el guión de la misma Caminando… Sus historias se mueven entre la genialidad y el churrazo comercial; no obstante, parecen más los proyectos de valía que los vacuos. La película es mediana, aunque tiene ciertos atributos que la pueden hacer más interesante. Primero que nada, la actuación de Liam Neeson, excelente actor irlandés que por décadas ya, ha impactado con su actuación.

Desde su aparición como el emblemático Schindler en la cinta de Spielberg, La lista de Schindler (1993) su carrera fue cuesta arriba en un constante crecimiento actoral que lo llevó a interpretar Rob Roy (1995) y Michael Collins (1996), ambas históricas; la imprescindible versión de Los Miserables (1998) de Bille August y donde afortunadamente nadie canta –sí, aunque haya sido sumamente celebrada la versión actual (2012), pocos son los actores que cantan en ella lo que hace que se torne aburrida- y en la que desarrolla un duelo actoral digno de apreciarse con el sorprendente Geoffrey Rush; por supuesto, la controversialKingsey (2004) de Bill Condon, para después hacer apariciones, unas protagónicas, otras breves,  en múltiples filmes que dejarán huella por ser éxitos de taquilla y totalmente de culto: Star Wars, episodio I, Batman, Cruzada y Furia de Titanes… hasta llegar a tener en los últimos años películas de intensidad variable, como las de Búsqueda Implacable (2008; 2012) donde interpreta a un agente de la CIA retirado, mega sanguinario y ultra violento con un objetivo en la mira lo que justifica que las cintas sean extra sangrientas; también Sin Escalas (2014), papel que se asemeja mucho al de la película que comentamos. Por supuesto, mención aparte merece su actuación en una película sumamente interesante llamadaDespués de la vida (2009) y la inquietante Un día para sobrevivir (2011).

Como se ve, se trata de un actor prolífico pero a la vez de innegable talento. Eso y no otra cosa fue lo que me llevó a ir a ver el filme. Más allá de que el personaje me parece interesante y que la historia sobre pasa la media, bueno, quizá lo destacable es su actuación. Pese a todo, hay momentos en la película que no sentimos esa empatía con el personaje principal, gracias a que la edición y quizá el guión no nos lo permiten. Por ejemplo, el director dedica mucha atención a la relación que tiene Neeson con un niño negro, sin que ello nos dé aquello que el director busca: expiación por parte de ambos personajes. Por otro lado, es un filme que poco añade al género policiaco, salvo quizá la franca decadencia del personaje principal y su lucha constante por salvarse a sí mismo de sus propios demonios, lo que lo lleva a emprender una cruzada que se ve al principio como un despropósito.

También resulta interesante el sistema de valores representado en la película, pues se mezclan intenciones, acciones y afirmaciones que hacen sumamente difícil distinguir entre lo bueno y lo malo, para mí uno de los aciertos de la película. Por supuesto, hay acción, suspenso y ciertos tintes de comicidad que aparecen de cuando en cuando para darle ritmo a la película; no obstante, no pueden levantar del todo el proyecto.

Al final queda la sensación de que se trata de una película más del género, como ya dijimos, pues no expone gran cosa. En todo caso, se vuelve escenario para que jóvenes promesas como Dan Stevens, cuya carrera se consolidó en la multipremiada serie británica Downton Abbey, puedan ser vistos en Hollywood, casi casi como en un draft de la NBA…

Como nota final, comentaré que vi en video la película El Abogado del Crimen (2013), película dirigida por Ridley Scott y he de decir que resultó ser una enorme decepción. Scott nos tiene ya acostumbrados a no esperar grandes cosas de él –después del fiasco de Prometeo (2012) y la terrible Robin Hood (2010)-, pero ahora quizá se voló la barda; francamente esperé grandes cosas de un casting tan sorprendente. No obstante, la película oscila entre pésimas actuaciones y un guión confuso y aburrido. Ciertamente, no fue lo mejor del año pasado.

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Narcocorridos

JUEVES, 02 DE OCTUBRE DE 2014
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Cambiar a Tlaxcala La Jornada de Oriente JUEVES, 02 DE OCTUBRE DE 2014
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Apología

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25/09/2014 04:00
Publicado por Israel León O’Farrill

Hace unos días, tuve a bien participar en el programa de radio Así lo dijo Duchamp, conducido por Alonso Fragua para la Casa de la Cultura de la UDLA en Radio UAP. La temática: el narcocorrido. Por supuesto, tengo firmes opiniones al respecto, y ante la interrogante premisa del programa, fui categórico: ¿Es el narcocorrido una apología del narco o una catarsis social?: para mí es una apología, ni más ni menos. El corrido, como género musical enteramente vinculado a movimientos sociales y a las causas que los originaron o los hicieron continuar, tiene hoy una expresión paradójica en el narcocorrido. ¿Son los narcos “robinhoodes” modernos?, ¿son adalides de la libertad y portadores de un sistema moral, extraño pero sistema a fin de cuentas? Podría afirmarse lo anterior, desde una postura académica que ve en este subgénero del corrido un fenómeno netamente social y que vive los ritmos de la sociedad misma; podría afirmarse también desde un sentido enteramente picaresco, juguetón, inmaduro e irresponsable, muy cercano a la moda que hace que personas que viven enteramente disociados de la realidad y de la sociedad misma, vean en esta expresión algo divertido, cool, hipster o hasta trendy… Esta postura resulta no solo absurda, sino que es intencionadamente perniciosa pues distrae a amplios contingentes de la realidad imperante, como si al despojar de las relaciones de violencia y muerte que van de la mano con un narcocorrido lo mismo que con un cigarro de mariguana, resultan ser más aceptables, hasta pertinentes.

Se concluyó además en el programa, que estas canciones conllevan en sí mismas un sentido aspiracional para diversos sectores de la población, quizá los más afectados entre los que más necesitan, pues genera la ilusión de que el poder, la imposición y el dinero, son deseables y que deben ser perseguidos sin importar los métodos y los procedimientos, sean legales o no. Pero para que lo anterior pueda tener verificativo, es necesario que los sujetos que ven en esa expresión una salida clara a sus necesidades económicas, tengan imbricado en su vida cotidiana y su significación el concepto de “triunfo” a través de esta actividad y un sentido netamente material, cruelmente instalado en las fibras de lo social, con un éxito considerable, por el sistema mismo. En palabras de Thomas Luckmann en un libro interesante llamado Conocimiento y sociedad, “El conocimiento acerca de esta realidad es sedimentado en el acervo social de conocimiento (gesell–schaftlicher Wissensvorrat), mientras que la realidad se torna –según los condicionantes de una sociedad histórica con mayor o menor éxito– auto evidente para las generaciones posteriores y el conocimiento sobre esta realidad se convierte en vinculante”. Esto quiere decir, que ya no habrá cuestionamientos reales a este pensamiento, pues es lo que es para el grupo social que ha producido el conocimiento de esa realidad. Es aquí donde entran elementos discursivos, de acción y comportamiento que vienen siendo constantemente reforzados desde ese caldo de cultivo ideológico en donde todo pensamiento se nutre y del que los medios de comunicación representan un catalizador fundamental, no sólo un medio, como frecuentemente se les cataloga, quizá con la ingenua idea de removerles ese poder perverso.

Luckmann lo ve de esta manera: “Los acervos sociales de conocimiento son construidos, mantenidos y en algunos casos transformados y divulgados en procesos comunicativos de distinto tipo y a diferentes niveles sociales, formando el fundamento más o menos autónomo y vinculante para la integración de organismos humanos ‘naturales’ en un mundo sociohistórico ‘artificial’. Esta integración se desarrolla a su vez por medio de procesos comunicativos en los que se incluyen –mediante tipologías y taxonomías del mundo natural y social– tanto elementos que construyen la realidad como –mediante criterios de valor y relevancia– contenidos y formas que conducen y coordinan la acción. Estos procesos comunicativos forman, pues, una unidad socializadora”. Por supuesto, el lector avezado estará ya adivinando que aquí se asoma el tema de los dos comunicadores exhibidos en el video con La Tuta, revelado por el equipo de Carmen Aristegui en su programa. Hay que decir que ni son los primeros, ni son los únicos que deliberadamente apoyan a estos personajes, o que callan a posta para generar desinformación. Y este personaje no es el primero o el último que desea ser visto, pavonearse haciendo alarde de su poder y de sus lujos –antes que él han estado tantos, entre los que se cuenta Escobar Gaviria en Colombia que mandó hacer una película de su vida. Son, sin lugar a dudas, integrantes de esa unidad socializadora que conserva esos acervos sociales de conocimiento. He de reconocer que nunca había visto que un noticiario ventilara a otros de esta manera, pero también he de reconocer que no me causó ninguna sorpresa: constaté que, como opinan muchos junto conmigo, es algo que simplemente existe. Abundan los prestidigitadores bribones que dicen saber de imagen, de relaciones públicas y que trabajan al mejor postor, con independencia de si se trata del demonio encarnado, el Papa mismo, un político o un futbolista de moda. Para ellos no hay límites, más que los presupuestos y el tamaño de la apología. Terrible en verdad.

de israelleon