Obesidad y la SEP

Jueves, 31 de marzo de 2011

La Jornada de Oriente – Puebla –

Opinión

Ni panuchos ni salbutes

Israel León O’Farrill

Unos deliciosos panuchos… /revistayucatan.com

Hace poco me enteré, gracias a una buena amiga, que en las cooperativas de las escuelas del estado de Yucatán ya no se podrán vender panuchos, salbutes ni nada de comida típica de la región, pues, argumentan las autoridades, tienen mucha grasa y son alimentos que contribuyen al sobrepeso y a la obesidad. Para ella –como para mucha gente, dicho sea de paso– la medida es lamentable, pues considera a la comida parte fundamental de la cultura, vinculada a complejos procesos identitarios;  manifestación de pueblos, regiones, y en muchos casos, como es el de Yucatán, ayuda a comprender costumbres, mestizajes, influencias económicas, comerciales y tradicionales. Por consiguiente, una acción como la anterior posee consecuencias diversas.

Al ponerme a investigar al respecto, encontré que el caso no es privativo de Yucatán sino que se verifica en diversas partes del país. Leí en una nota publicada en el Diario de Quintana Roo, que las autoridades de ese estado se quejaban por lo difícil que será el quitarle a los padres de familia la idea de preparar a sus hijos los platillos que comentamos; en otro espacio se daba noticia de que en Toluca estarían prohibidas las tortas de chorizo, ¿será posible?; seguramente en San Luis están proscritas las enchiladas potosinas y en Celaya, la cajeta. Así pues, en todo el territorio nacional se están verificando este tipo de acciones como resultante del Acuerdo Nacional para la Salud Alimentaria, estrategia contra el sobrepeso y la obesidad, que entró en vigor en agosto pasado, y que sería vigilado por las Secretarías de Educación y de Salud. Sin embargo, cabe preguntarse qué es lo que está sucediendo realmente. Si nos echamos un clavado a los programas y manuales existentes para orientar a los padres de familia en este sentido –disponibles en el sitio en la red de la Secretaría de Educación Pública federal– veremos una buena cantidad de contradicciones. Primero que nada, todo gira en torno al consumo de lo que ellos llaman el “plato del bien comer”, concepto en que se engloban los alimentos de tres campos alimenticios a saber: verduras y frutas, leguminosas y alimentos de origen animal y finalmente los cereales. En varios documentos detallan todo lo que hay que saber con respecto a este tema, y se proponen menús específicos para la elaboración del refrigerio que los niños consumirán y que lo mismo incluye rebanadas de jamón de pavo, fruta picada, que lo que ellos llaman “botana, galletas y pastelillos”, que por más que estén maquillados, no dejan de ser la misma comida chatarra. Por supuesto, se dan el lujo de argumentar que diseñaron esta propuesta “con base en los alimentos propios de la cultura mexicana”, salvo todas esas quesadillas, tamales, panuchos, salbutes… Como sospecha el respetable lector, lo anterior es resultado del cabildeo que realizaron las grandes compañías fabricantes de comida chatarra y bebidas gaseosas, mismo con el que no cuenta la señora Chonita que es la que lleva sus panuchos a la cooperativa.

http://www.sep.gob.mx/es/sep1/salud_alimentaria

El enlace a la página de la SEP donde vienen manuales…

Si fuera nuestra comida típica la culpable, llevaríamos siglos de obesidad; la realidad es que las grandes compañías hicieron lo posible por seguir vendiendo sus productos que sí son los causantes del problema de salud. Como dice Amparo Ruiz del Castillo en su libro El Neoliberalismo, ¿cómo afecta a la educación y a la productividad?, “se da cabida, implícita o explícitamente, a la intervención empresarial en los procesos educativos, en los contenidos de la enseñanza, así como en las orientaciones de la investigación, debido a que las instituciones educativas se administran cada vez más bajo la lógica del mercado y sus dirigentes se manifiestan dispuestos a satisfacer exigencias y requisitos de los empresarios”. En efecto, lo mismo que en los contenidos educativos, la iniciativa privada también está interviniendo con la nutrición de nuestros estudiantes. Sin embargo, olvidamos que un buen porcentaje de la población no tiene acceso a las cooperativas y otros ni siquiera a las escuelas, ya no digamos la posibilidad de desarrollar dietas nutritivas. Ruiz del Castillo cita a un funcionario del Banco Interamericano del Desarrollo que dijo en 1998 “que la pobreza en Latinoamérica ‘afecta al 50 por ciento de la población total de la región, en un contexto de gravísima iniquidad, desnutrición, desempleo y criminalidad’”.

Los verdaderos villanos… /conexiontotal.mx

Por su parte, el mismo manual de la Secretaría de Educación Pública comenta que “La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 (Ensanut) reporta la presencia de desnutrición crónica y de otras enfermedades carenciales que afectan a la población infantil del país…”; y sin embargo, en la página encontramos una lista de los productos permitidos por ambas secretarías y vemos que siguen estando presentes las frituras, los pastelillos, refrescos light y aguas embotelladas con sabor, productos que no deberían ser autorizados para niños y que, indudablemente son más dañinos que unos simples panuchos. Parece que quien desarrolla estos programas vive en otro planeta o en otro país; seguramente pensaron que todas las escuelas tienen la “café” con menús light e igual y hasta pensó que cuentan con preparadores físicos y nutriólogos como en el spa al que asisten. Está más que visto que los únicos que habrán de perder con este programa son los padres de familia, la identidad regional y hasta la pobre de doña Chonita; las empresas transnacionales detrás de la chatarra, ni maíz palomero.

 

http://www.insp.mx/alimentosescolares/alimentos_permitidos.php#irabajo

Acá el enlace de los alimentos autorizados por la SEP y SALUD

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